Catalina Gallo y Benjamín Powell, se tenían fe mientras iban a ver el que hoy es su hogar. Estaba dentro de su presupuesto, en un barrio que los había conquistado con su calma y sus calles arboladas y era la posibilidad concreta de mudarse del departamento de 40m2 en el que habían vivido durante seis años. Se encontraron con una construcción en un lote en esquina con un jardín enorme. También, con pisos quebrados, ventanas rotas, ambientes con instalaciones antiguas sin calefacción y una rajadura de punta a punta en la pileta. Sin embargo, la vieron perfecta para encarar una remodelación que ellos mismos llevaron adelante con un albañil y su asistente.
Catalina es diseñadora de interiores y se dedica a la ambientación de eventos. Benjamín hace pistas de baile para fiestas y fabrica muebles. Con la experiencia adquirida en su trabajo, les sobraba ingenio para resolver situaciones inesperadas. Después de mucho trabajo, es legítimo decir que la casa tiene el sello de sus dueños, y la leyenda impresa en letras de molde bien podría ser: "Lo hicimos nosotros".
Abrir, abrir
El living ganó luz, altura y conexión con el jardín. Eliminaron el cielo raso existente y dejaron el techo original al natural, abrieron nuevas ventanas sobre una de las paredes y sumaron una abertura de paño fijo sobre la puerta que da a la galería. A continuación organizaron una zona de estar.
La cocina es el único ambiente que no da al jardín. Para compensar esa diferencia y hacerla más luminosa, eliminaron la pared que la separaba del comedor, quitaron las alacenas y abrieron nuevas ventanas.
Trabajar, crear, descansar
La unión del antiguo playroom y el cuarto de servicio dejó espacio suficiente para un estudio con toilette que se encuentra a continuación de la cocina. Luego siguen el taller de la dueña de casa y el cuarto principal
El jardín
El único árbol frondoso marcó el espacio para ubicar la mesa a la sombra. Después, definieron la superficie con grava blanca y eligieron muebles que soportan la intemperie. “Ir a vivero es una actividad que disfrutamos mucho. Con 600m2 de jardín, la opción fue comprar especies chicas y esperar a que prosperen”